Tomado de Acento.com.do. |
Pero no lo es, por la forma
irresponsable en que se incurre para repartir las famosas cajas tricolores, que
a duras penas dan para que una familia
coma un día o quizás dos, si el grupo no es de muchos miembros.
El presidente de la
República, Leonel Fernández Reyna, ha
montado un operativo, para repartir las cajas por todo el país y esto más que ayudar ha
desatado un desorden en cada punto donde se reparten las dádivas, compradas con
el dinero politiquero que hace más pobre a la gente que a la vez las recibe como un maná divino.
No importa, que un hombre esté grave en el Hospital Luis Morillo King, que en los repartos en Elías
Piña, varias personas hayan resultado heridas o que en Santiago, los macanazos a
cuenta de los guardias y los empujones hayan matizado el deprimente espectáculo
oficialista.
Lo que cuenta es llevar
el registro de cuanto lugares visitó el presidente de la República y que tanto
apoyo recibió de la población que tiene que esperarlo como todo un rey por no
menos de dos horas para se haga la entrega.
Los funcionarios del
Gobierno que hace tiempo o nunca se ha
tomado un ponche de mala calidad como el que llega en las cajas, defienden esta
acción como un culto al desprendimiento y la nobleza del mandatario, que se contamina con el llamado “tigueraje” de los barrios, que se cuela para negociar
con las cajas, a quienes se le atribuye el desorden que impera en los repartos.
No se duda que hay de
todo estos elementos en los operativos, pero una cosa está clara, el centro de
todo este espectáculo bochornoso, es el hambre,
bandera de los partidos para su campaña y olvido de los gobiernos.
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