Por Eugenio Taveras
La buena suerte de tener un sueldo por cada partido me ha perseguido por más de una década, debido a que los del PLD dicen que el PRD me paga porque los ataco y los del PRD me señalan con un buen sueldo pagado por el PLD, y eso es tener una suerte parida, y de hembra para que siga procreando.
La línea que he mantenido por casi quince años muy pocos colegas la pueden sustentar, porque hay que poseer un mínimo de pudor y ética profesional, cero ambición; carecer del interés de gustarle el dinero fácil por vomitar ideas que favorezcan a tal o cual partido (a excepción de si vale la pena defender tal o cual posición por una buena acción), situación que muy pocas veces se da, ya que las malas acciones acogotan las buenas.
Mi sustentación es fácil de explicar: los reformistas llegaron al poder y se llevaron entre sus uñas el santo y la limosna, fueron seguidos por los perredeístas que cargaron con el santo la limosna y el altar y estos, a su vez, fueron suplantados por los peledeístas, los cuales se apoderaron del santo, la limosna, el altar, la casa donde estaba colocado y el terreno donde estaba edificada la casa.
En otras palabras, sabía de antemano que los reformistas se llevaron algo del pastel, que los perredeístas se apoderaron de una ración mayor y que los peledeístas lamieron hasta el último suspiro con sabor a dulce que contenía la base donde estaba colocado el pastel; también supe que reformistas y perredeístas no les dio tiempo de explicarme de moralidad y buen manejo de la cosa pública, pero sí tuve la suerte de escuchar que República Dominicana se dividía en dos bandos: corruptos y peledeístas.
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