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martes, 11 de septiembre de 2012

Los que mataron a doña Estela Diloné “comían de sus propias manos”

Máximo Laureano/Acento.com.do
SANTIAGO, República Dominicana.-“Nunca pensé que personas que habían vivido con mi mamá podían tomar dinero después de matarla”. 
Quien pronuncia estas palabras con profunda tristeza, destrozado del dolor, es Miguel Diloné (Guelo), el legendario pelotero de las Águilas Cibaeñas y de las Grandes Ligas, que perdió a su madre por culpa de un grupo de hombres que la mataron dentro de su casa para robarle.
Miguel Diloné, hijo único de la enérgica, trabajadora sin descanso, comerciante y mujer de temple, Ana Estela Diloné, todavía no se adapta a la idea de que siete hombres mataran de forma tan cobarde a su madre, al resaltar que eran conocidos de ella, la cual les había dado de comer. 
Los vecinos de doña Estela, en el sector de La Joya, lloran y le rezan, pero sobre todo exigen justicia para castigar a los responsables. 
Los vecinos también claman por una eficiente labor policial, en la zona, pues a pesar de tener uno de los destacamentos de mayor movimiento y patrullaje, los problemas de las drogas, la prostitución y la delincuencia no cesan. 
De doña Estela Diloné hay mucho que recordar y decir. Quienes la conocieron de cerca afirman que compartieron momentos alegres y tristes con la activa mujer, y resaltan que nunca vieron llorar a quien hoy lloran desconsoladamente. 
Y es que ha servido de ejemplo a muchos que la siempre dispuesta Estela Diloné dedicara la mayor parte de su vida a formar a su único hijo, Miguel (Guelo) Diloné, quien se convertiría con su empuje, entusiasmo y tesón en un símbolo del deporte dominicano, sobre todo para los seguidores del equipo de Las Águilas Cibaeñas, en el cual brilló como jugador, manager y directivo. También dirigió una temporada a los Gigantes del Cibao, de San Francisco de Macorís, llevándolos a la serie final. 
La muerte de la madre del legendario atleta, ha sido dolorosa, para todo Santiago, pero más para sus vecinos, como afirma Antonio Jiménez, que vivió frente a doña Estela por 52 años. 
Jiménez no puede esconder su dolor cuando habla de su vecina y amiga de tantos años, frunce el ceño mira hacía el edificio donde vivía, y revela que no olvidará la reacción de Miguel Diloné, al encontrar el cadáver de su madre estrangulado por personas que los vecinos veían a diario. 
Miguel había ido a la casa de su madre, tras ser notificado por los vecinos de que no la habían visto cumplir con su rutina de bajar en las primeras horas de la mañana del segundo piso del edificio donde vivía. 
Protectora.

Doña Estela, era una trabajadora de tiempo completo, debía atender sus negocios, pero nunca fue ajena a la carrera de su hijo, confirman quienes fueron sus vecinos más cercanos. Cuentan que asistía a cada juego al Estadio Cibao, y que desde que Miguel Diloné comenzó practicar béisbol ella centró su esfuerzos para que la naciente estrella tuviera lo necesario. 
“Diloné fue uno de los primeros peloteros que iba al play en un carro, que se lo había comprado doña Estela”, narran los vecinos. 
Entre un testimonio y otros repiten la anécdota muy simpática y conocida en Santiago de que cuando un equipo de las Grandes Ligas se interesó en la firma de Guelo Diloné, por un valor de U$ 11,000.00, Doña Estela la habría rechazado, para entonces alegó en tono de broma que ese monto daba ella a su hijo para que los fines de semana. 
El legendario pelotero ostentó la marca de mayor número de imparables en la pelota nacional hasta hace varias temporadas, cuando la marca fue alcanzada y rota por Luis Polonia. Diloné alcanzó fama por su velocidad y elegancia para correr las bases. 
Miguel visitaba con frecuencia a su madre en su sector natal. Por lo avanzada de la edad de su progenitora había advertido a los vecinos del edificio, ubicado en la calle Del Sol, esquina Anselmo Copelo, que le avisaran si notaban su ausencia, había intentado llevarla a vivir con ella, pero ella no aceptaba la idea de dejar su espacio y su indepdencia. 
“Una mujer trabajadora, una mujer honesta, una mujer que dio cátedra de pulcritud”, afirmó Miguel Morales. 
Esta valoración es una sola voz en el sector La Joya, en donde todos coinciden que su muerte es una tragedia y que lamentan que los presuntos asesinos hayan sido gente del patio, como lo afirmó Miguel Diloné, en medio del llanto. 

“Que si no lo pagan a aquí, que lo cobre Dios”, dijo el ex pelotero. 

“Este es un problema que las autoridades tienen en la mano y no han querido resolverlo”, afirmó el dirigente comunitario Andrés Ramos, que ha reiterado en muchas ocasiones el problema de la falta de seguridad en el sector. 
Tanto en La Joya, Baracoa, La Cambronal y barrios cercanos, viven denunciado los problemas de prostitución, drogas y delincuencia, además del desorden que representa la operación de mercado del Hospedaje Yaque. 

Sin descanso. 

Aún en los últimos días de su vida y haciendo caso omiso a los llamados de su hijo para que se mudara con él, doña Estela seguía al frente de sus negocios. Tenía a su cargo el cobro de varios inmuebles de su propiedad que mantenía en alquiler. 

Policial.

La Policía presentó a cuatro hombres presuntamente involucrados en el asesinato y robo. Los apresados el domingo son Kenny Miguel Rodríguez Duran, Allendy Balbuena (Negro), Andrés Martínez García, (El Mono) y Luis Dalenio Vargas Lantigua (Luisito). 
Este lunes se entregó en la sede policial de Santiago, Estalyn Ariel Méndez Castillo (Chuki), mientras las autoridades reportaron que se trabaja para ubicar al joven Marcos Joel Peña, y a un séptimo identificado como Carlitos El haitiano. 
Las averiguaciones del caso han estado encabezadas por el propio jefe del Comando Regional Cibao Central, en la sede local, el general de brigada, Héctor García Cuevas, y por la procuradora fiscal, Luisa Liranzo. 

Dolor 

Desde el sábado los vecinos de Ana Estela Diloné encienden velas cada noche al pie del edificio donde residía la dama de 75 años de edad, en la calle Del Sol, esquina calle Anselmo Copelo, en el sector La Joya. Asimismo, los creyentes llevan a cabo ceremonias religiosas.

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